Trabajé durante algunos años para una persona extranjera y en una ciudad de España.
El trabajo parecía sencillo, con el tiempo no lo fue tanto.........pero esa es otra historia.
Se trataba de administrar un gran edificio, en el mismo centro de la ciudad, rehabilitado totalmente y dedicado a viviendas y oficinas.
Fui la segunda en llegar a él.
Una semana antes, había sido contratado el que ya para siempre iba a ser recordado por mí como "Mi Jesús".
Tenía su puesto tras una mesa verde, con una silla negra. Y un montón de cómics sobre ella.
La silla apenas si se veía, solo se adivinaba porque la postura de Mi Jesús, era claramente la de estar sentado... Por tanto, algo había de apoyo.
Bigotito marcado... solo marcado. Grande, muy grande... yo le miraba desde abajo. Y con la cara más infantil que uno se puede encontrar en una persona ya adulta.
Con el tiempo supe que no solo era la cara, también el corazón y el alma.
Mi primer encuentro ya fue sorprendente, bueno, al menos distinto a cualquier primer encuentro diseñado.
- Hola buenos días, tu debes de ser Jesús.
- Sí, Jesús............ cuatro apellidos, para que no me quedara la más mínima duda.
- Ah, muy bien. Encantada de saludarte. Supongo que sabrás que vendría hoy y que vamos a ser compañeros de trabajo. ¿Cómo estás?
- Oh muy bien........ Hoy muy bien. Estamos a cero grados y no hace ni frío ni calor..........
Este es mi preámbulo. Esa fue mi primera experiencia con Jesús.......... Os aseguro que tenía cientos, y que espero poder ir recordando.
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