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martes, 26 de julio de 2011

La inercia del votante español


El típico votante español se ha caracterizado siempre por padecer de lo que pudiéramos llamar una "inercitis furibundis"...

Con ello me refiero a su congénita tendencia de votar y seguir votando... y seguir votando... al partido que se encuentre en ese momento en el poder... sea el que sea y haga [casi] lo que haga...

Remontándonos a los aciagos tiempos de la vergonzosa corrupción socialista en época de Felipe González, no es fácil olvidar cómo este sujeto -tan ágil de lengua como plomizo en la conducción económica del país- ganaba una y otra vez todas las elecciones, a pesar de los flagrantes y bochornosos delitos de corrupción cometidos por sus adláteres...

Sólo cuando la situación se tornó insostenible fue sustituido, aunque no sin añoranza, por el inércico votante...

Llegaron los tiempos aznáricos... y, a pesar de los desastres del Prestige, del Yak 42, del ridículo de Perejil (en el que solicitamos de rodillas a los EEUU ayuda para echar a cuatro magrebíes sueltos en un peñón caprino) y a aquella guerra de Irak en que nos incluyeron contra nuestra voluntad, el votante español iba a votar irremediablemente al Partido Popular...

Ese trágico exabrupto que fue la matanza de Atocha cambió las tornas, pero, si no hubiera sido por aquello, aún seguiríamos en el pudridero del Gobierno imPopular...

Y ahora, en estos zapatéticos tiempos, aún vemos la tendencia del gran parte del mucherío de seguir votando al socialismo -a pesar del derribo programado que ha realizado sobre la economía española- simplemente por haber cambiado la cara del candidato a Presidente, por el arte de birlibirloque de encalvizarlo... Aunque sea el mismo perro con distinto peluquín...

En fin... don Marianín lo tiene harto difícil por ese acomplejamiento inercial del que padece el magín del español medio...

Pero bueno... de donde hay no se puede sacar...

"Un nuevo mandamiento os doy: Amad sólo a quien os ame, pero nunca dejéis de amar a aquel que os ha amado" (Carlos Dómine)



"Sólo supo lo que su mano contenía cuando vio el hueco dejado" (Carlos Dómine)



"Los soberbios te cerrarán definitivamente las puertas, pero el humilde, siempre te la dejará entreabierta" (Carlos Dómine)



lunes, 25 de julio de 2011

"España roja antes que rota"


Publicado también en Valencia Opinión

Cuánto tiempo ha pasado desde que José Calvo Sotelo pronunciara la famosa y ya histórica frase "Antes una España roja que una España rota"...

Qué tiempos aquellos en los que la aún inocente Derecha creía que la Izquierda, aun en sus antípodas socioeconómicas, era fiel a sus principios de unidad e internacionalismo...

La Izquierda histórica era concebida como una amalgama de lucha por la igualdad económica y la unidad universal...

Cuán falsas e hipócritas se han mostrado sus auténticas fauces con el devenir de los años...

La igualdad se desenmascaró simplemente ante todos como igualdad en la miseria, mientras que sus "preclaros" dirigentes, pastores de un rebaño de bobas ovejas que sustituyeron su fe en la divinidad por la fe en los chamarileros, gozaban de insultantes privilegios ocultos al proletariado, ahora realmente convertido en lumpen...

Y el internacionalismo y la unidad... esa unidad férreamente soldada en la Unión Soviética por el hombre de acero que fue Stalin a lo largo de los años se fue disolviendo como tenue azucarillo...

En España, la Izquierda ha mostrado la peor cara de posible del desintegracionismo... Ha sido esta Izquierda -histérica e hipócrita- la que más ha luchado para excavar las ridículas zanjas de la división autonómica... La que más ha apoyado los mezquinos estatutos de autonomía de estos falsos países de opereta, de estas farsas zarzueleras "que nos hemos dado"...

Esa, etimológicamente, diabólica izquierda (del griego "diabolos", 'el que separa y calumnia') ha mostrado en España, durante los años en que ha regido esta aciaga Constitución de 1978, todo el esplendor de la lucha por la desunión, por la consecución del enizañamiento tribal entre hermanos y ha dotado de completo sentido la histórica cita de "Divide y vencerás"...

Ha de dividirse lo unido para que, triunfante, venza el Socialismo...



"España roja antes que rota"


Publicado también en Valencia Opinión

Cuánto tiempo ha pasado desde que José Calvo Sotelo pronunciara la famosa y ya histórica frase "Antes una España roja que una España rota"...

Qué tiempos aquellos en los que la aún inocente Derecha creía que la Izquierda, aun en sus antípodas socioeconómicas, era fiel a sus principios de unidad e internacionalismo...

La Izquierda histórica era concebida como una amalgama de lucha por la igualdad económica y la unidad universal...

Cuán falsas e hipócritas se han mostrado sus auténticas fauces con el devenir de los años...

La igualdad se desenmascaró simplemente ante todos como igualdad en la miseria, mientras que sus "preclaros" dirigentes, pastores de un rebaño de bobas ovejas que sustituyeron su fe en la divinidad por la fe en los chamarileros, gozaban de insultantes privilegios ocultos al proletariado, ahora realmente convertido en lumpen...

Y el internacionalismo y la unidad... esa unidad férreamente soldada en la Unión Soviética por el hombre de acero que fue Stalin a lo largo de los años se fue disolviendo como tenue azucarillo...

En España, la Izquierda ha mostrado la peor cara de posible del desintegracionismo... Ha sido esta Izquierda -histérica e hipócrita- la que más ha luchado para excavar las ridículas zanjas de la división autonómica... La que más ha apoyado los mezquinos estatutos de autonomía de estos falsos países de opereta, de estas farsas zarzueleras "que nos hemos dado"...

Esa, etimológicamente, diabólica izquierda (del griego "diabolos", 'el que separa y calumnia') ha mostrado en España, durante los años en que ha regido esta aciaga Constitución de 1978, todo el esplendor de la lucha por la desunión, por la consecución del enizañamiento tribal entre hermanos y ha dotado de completo sentido la histórica cita de "Divide y vencerás"...

Ha de dividirse lo unido para que, triunfante, venza el Socialismo...



"Las palabras huecas construyen castillos de naipes; las palabras sinceras asientan cimientos" (Carlos Dómine)



"El perdón es una luz que disipa más las sombras del perdonante que del perdonado" (Carlos Dómine)



jueves, 14 de julio de 2011

Deseo



Despierta mi alma con cascadas de mil versos

anida mi cuerpo sobre islas nunca vistas

regala mis oídos con las brisas de tu aliento

Resúmeme en palabras que nunca fueron dichas


Golpéame en paredes tapizadas de tu eco,

manchadas con tu alma, teñidas de tu vida

Adquiéreme en la kasbah de los dulces pensamientos

Confina mis noches en las cárceles del día


Inflama, con tus llamas, los carbones del deseo

Excava mis palabras que yacían sumergidas

Congela, con tu soplo, aquel dulce momento

en que tu alma, abrazante, disolvió la mía


(Carlos Dómine)

"Si te mira un tonto, hazte el loco" (Carlos Dómine)



viernes, 8 de julio de 2011

La percepción del tiempo pasado


Publicado también en Valencia Opinión

Conforme pasan los años, el hombre va sintiendo cómo los días pasan más rápidamente, cómo la vida se ha ido transformando en un libro en el que sus páginas primero se hojeaban lenta y plácidamente, hasta irse acelerando progresivamente hacia su cierre final...

Pero la cambiante percepción del paso del tiempo del ser humano obedece a la estructuración de nuestra propia mente, dentro de la cual reservamos un único espacio para el conjunto de los recuerdos desde los albores de nuestra vida.

Si nos remontamos hasta nuestra infancia, quizás en la época en que tuviéramos tres o cuatro años, podríamos recordar cómo entonces, aunque nuestra vida había sido muy breve, no nos parecía tal... Teníamos la misma sensación que tenemos ahora de haber vivido mucho tiempo, aunque sólo hubieran sido unos escasos años...

En contraste, los días se nos tornaban eternos, inmensamente largos y extendidos en toda su placidez...

Nuestro cerebro no hacía más que segmentar el tiempo transcurrido en nuestra vida en una serie de parcelas que, forzosamente debían ser largas...

Mas, tras el transcurrir de los años, los recuerdos aumentaron, pero la capacidad de percepción de los mismos no varió... Nuestra capacidad de almacenar el pasado no cambia nunca y, por tal razón, los segmentos en que fragmentamos el mismo son cada vez más pequeños... Parece que los días se precipitan, que caen en torrente, unos tras otros, y los que antes se nos presentaban largos como semanas ahora los percibimos rápidos como horas y, en las postrimerías de nuestra vida, fugaces como segundos.

La vida pasa siempre al mismo ritmo, pero nuestra capacidad de percepción de la misma la trocea cada vez en fragmentos más pequeños...



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